Seguro que todos recordáis esa puesta de sol que os dejó arrebatados, ese paisaje que intentasteis retener en vuestra retina y en la memoria para regresar a él siempre que deseaseis. A nosotros también nos ha pasado, y por eso queremos recordar esos atardeceres de verano en los que el cielo se llena de colores y el silencio es la única respuesta ante tanta belleza. Y como nuestra memoria es corta y falible, ¡menos mal que teníamos la cámara con nosotros! Lo dicho: os presentamos las puestas de sol más hermosas del mundo…
El atardecer impresionista de Hermosa Beach
Renoir, o quizá Matisse o Van Gogh podrían haber pintado esta escena de colores impresionistas: la luz anaranjada del cielo de California en Hermosa Beach acompañando al visitante en el último chapuzón del día.
Un sol magenta sobre el desierto en Dubái
Quien haya estado en Dubái, reconocerá el alivio de una puesta de sol tan hermosa como necesaria, después del habitual calor abrasador de este país desértico donde modernidad y tradición se entrecruzan de una manera fascinante. Pocas cosas hay como ese sol magenta descendiendo sobre el horizonte para dar paso a la tregua nocturna del calor del desierto.
Caprichos morados en la Bahía del Café
Sólo aquí, en la llamada “costa salvaje” de Sudáfrica, puede el viajero contemplar un juego de colores tan caprichoso como el que nos encontramos en nuestra visita de hace unos años. No es de extrañar que haya algo encantado en esta imagen, pues cuentan que esta playa está encantada por ella rondan los espectros y fantasmas de los muchos náufragos de este enclave misterioso.

Una niebla amarilla sobre las estupas de Rangún
¿Amanece o atardece? Es difícil saber si el sol anuncia su llegada o se retira, pues el dorado es siempre el color de los sofocantes amaneceres y atardeceres de Rangún. Mas con la luz desaparece el tiempo en esta ciudad gigante que también ha sucumbido a la modernidad, y recupera así su sabor añejo, milenario, bajo el brillo neblinoso del sol de Myanmar.
Un atardecer en el paraíso de la isla Phu Quoc
Fue en Vietnam, en las tierras que flotan sobre las cálidas aguas turquesa del Golfo de Tailandia, donde se capturó esta imagen casi onírica de esta bahía pesquera de una de las últimas islas no explotadas del mundo.