Agosto está dando para mucho. La falta de aglomeraciones ha hecho que nos dediquemos a visitar muchos restaurantes que hace tiempo que queríamos visitar, siempre con un objetivo claro: ofrecer información de primera mano sin olvidar que los bolsillos no están demasiado boyantes; es decir, comida asequible y de calidad.
Hoy os hablamos de nuestra reciente visita a un restaurante indio situado en el número 110 de la madrileña calle Goya, con motivo de la despedida (más bien un hasta pronto) de nuestra compañera Mónica, quien, antes de partir temporalmente hacia tierras menos calurosas, escogió el restaurante Purmina para la comida que celebramos en su honor.
Acondicionado con una terraza de buen tamaño que evitamos debido al abrasante mediodía de la enésima ola de calor, el Purmina es un local de dos pisos un tanto estrechos, adornado con los inevitables motivos regionales, pero sin el recargamiento habitual de muchos restaurantes de su tipo. Por el contrario, la decoración es hermosa y está colocada con gusto, ofreciendo a sus visitantes un ambiente relajado, de aromas orientales, donde destacan sus hermosas lámparas salpicando el local con sus cristales de colores y conformando un espacio optimista y casi jovial que invita a jugar con los deseos del paladar.El restaurante está situado en la planta de entrada, pero cuenta con un espacio en el sótano dedicado al esparcimiento, cerrado en agosto, pero que promete buenas charlas acompañadas de té o algún otro manjar líquido.
Situados muy cerca de la puerta, pero cómodos, decidimos compartir varios menús, encontrándonos con la feliz sorpresa de poder elegir entre muchas opciones y, sobre todo, de encontrarnos con unos platos servidos con cantidad más que suficiente para quedar satisfecho y repetir en varias ocasiones. Se trata de especialidades quizá no demasiado ortodoxas para quien busque la esencia del purismo gastronómico, pero suculentos y generosos y con el inconfundible sabor indio de los curris, arroces y otros clásicos de la cocina de la India.
Pakoras, rollitos de queso fundido con especias, un deliciosos pollo en crema con salsa de especias y mantequilla, curry de cordero semipicante y el clásico Palask paneer van sucediéndose sobre la mesa con la habitual velocidad vertiginosa de todos los restaurantes indios, mientras los pequeños budas de las paredes nos sonríen con calma divertida. Comemos, comemos y comemos hasta que las vasijas y platos quedan casi relucientes, ingerimos algunos tés para prepararnos para una tarde de trabajo y llega el momento de liquidar la cuenta. De nuevo, comprobamos hemos elegido bien: menos de 12€ por comensal para un menú serio, de buena calidad (aunque sin entusiasmos) y servido con amabilidad y presteza, incluidos la bebida y el postre.
En definitiva, una buena opción si transitas por la parte más al este del barrio de Salamanca, no quieres gastarte mucho dinero y te apetece comer la siempre apetitosa comida india sin demorarte tres horas en la sala de un restaurante.
Página web del restaurante Purmina.
