Viajamos a Cartagena de Indias, la ciudad de los mil colores, y te la enseñamos

No hay forma de condensar Cartagena en una sola frase, ni suficientes adjetivos en el diccionario para describir la explosión sensorial que uno siente al llegar, al conocer, al caminar por Cartagena de Indias. La antigua ciudad colonial, verdadero centro turístico de Colombia, conserva aún la estampa de ciudad amurallada y cuartelera, pero también el sabor del viejo puerto marinero, y los colores y aromas de las villas de Andalucía y Extremadura.

Si uno pregunta por las calles a los orgullosos y apresurados ciudadanos de esta villa colonial fundada hace más de cuatro siglos por el madrileño Pedro Heredia, cuya estatua se puede admirar en la Plaza de la Aduana, te dirán entre desconfiados y divertidos que Cartagena es la ciudad de las plazas. Y es cierto, pues son las plazas el centro de su enrevesado urbanismo, a medio camino entre la urbe de casi un millón de habitantes y el pequeño pueblo pesquero que un día fue. Y ahí están confirmando esta impresión extraída al vuelo en uno de nuestros paseos por la vida tumultuosa y caribeña de Cartagena de Indias: la de Fernández Madrid, repletita de vegetación, o los coquetos y agradecidos soportales de la Plaza de los Coches.

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Pero también habrá otros que te hablarán de la ciudad amurallada de la antigua nobleza criolla, pues es también Cartagena una ciudad de iglesias, casonas y palacios, una antigua villa andaluza, o quizá extremeña, azotada por los vientos y climas del caribe colombiano. Sus patios y ventanas, con sus apabullantes y floridas celosías de madera y sus balcones repletos de hermosas buganvillas recuerdaN un poco (es cierto) a nuestra vieja Córdoba u otras villas de la seca Andalucía.

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Y luego está, claro, la Cartagena salina y marinera, la de las palmeras, la de la playa de Bocagrande y la bahía de las Ánimas; o la del muelle de los Pegasos, donde la ciudad se convierte de pronto y de nuevo en puerto de mar y refugio de pescadores, como un viejo y renacido Oporto caribeño y colombiano

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Y los colores, siempre los colores. Seguramente no hay lugar en el mundo con más fachadas pintadas y adornadas que esta Cartagena de Indias, como atestiguan las mil imágenes captadas al pasear por sus callejuelas.

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No sabemos si Cartagena es la ciudad más hermosa de Colombia, pero sí que es la más mágica, la más brava, la más florida, la más salina. Y es por eso que, a partir de ahora, cuando nos pregunten por este enclave caribeño, responderemos sin dudarlo: Cartagena, siempre.

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