Viajar a Etiopía: visitamos el desierto de Danakil, un paraíso volcánico

“El infierno en la Tierra”. Así, con una contundencia casi bíblica, es como se conoce al desierto de Danakil, una de las zonas más calientes de todo el planeta y que es posible visitar, con algunas precauciones, si se uno decide viajar Etiopía. Te contamos nuestras andanzas por el desierto más fascinante del planeta y cómo nos asomamos a su peligrosa caldera de lava, todavía activa.  

Calificada como “zona sensible” por el propio gobierno de Etiopía, y situada en la zona noroeste del país, entre el Mar Rojo y el Nilo Azul, el desierto de Danakil toca también el sur de Eritrea y gran parte de Yibuti. Visitar la zona, con conflictos fronterizos desde hace décadas, era uno de nuestros objetivos desde que comenzamos a viajar a Etiopía, y todas nuestras referencias presagiaban un viaje inolvidable por uno de los lugares más sorprendentes, fascinantes y hermosos de la Tierra. Nos habían hablado (y habíamos contemplado en vídeos y fotografías) el asombroso juego de colores de sus inverosímiles paisajes, desde el cegador blanco de sus lagos y minas de sal hasta el multicolor paisaje de su zona volcánica, pero nada nos había preparado para el impacto de un lugar único que parece sacado de una novela de Ray Bradbury.

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Con partes situadas a más de 100 metros por debajo del nivel del mar (toda una rareza), una treintena de volcanes activos y temperaturas diurnas que llegan a alcanzar los 50 grados centígrados, el verdadero atractivo del desierto de Danakil, una de las áreas tectónicas más activas de la tierra, es esa mezcla de paisaje y riesgo que convierte su visita una experiencia genuinamente “aventurera” (si se nos permiten emplear la expresión), aunque no esté exenta de riesgos de todo tipo. Y bien reales.

De hecho, el simple hecho de llegar hasta el desierto de Danakil no es en absoluto una tarea sencilla. Desde el norte del país, el trayecto exige atravesar ríos secos, zonas casi despobladas y semidesérticas, y tal vez lidiar con grupos separatistas eritreos: toda una aventura de riesgo no apta para corazones sensibles, que incluso precisa del acompañamiento de una escolta armada. Adentrarse en el Danakil supone acceder a un espacio de riesgo y aventura, pero con un poco de suerte y la debida cantidad de precauciones, la recompensa supera toda expectativa.

Nuestro guía y uno de nuestros escoltas.

Acompañados de guías locales expertos y de Alberto Santos Martín, cooperante y viajero con años de estancia en el país, nos sumergimos durante 4 días en uno de los paisajes más hermosos y extraños de la Tierra, una visita que sólo recomendamos a viajeros experimentados, acostumbrados a lidiar con situaciones inesperadas y con capacidad de adaptación. Esto no significa que se trate de una zona altamente peligrosa, pero sí que es posible encontrarse con dificultades e incidentes para los que hay que estar prevenido.

Cómo visitar el desierto de Danakil

Hay al menos dos opciones a la hora de visitar Danakil: hacer una incursión de una sola jornada para conocer las minas y lagos de sal y compartir unas horas con el pueblo Afar, o dedicarle unas tres o cuatro jornadas, llegando así hasta la zona de los volcanes y ascendiendo, si su actividad lo permite, hasta la caldera del volcán Erta Ale, uno de los únicos cuatro lagos de lava del mundo y activo desde el año 1967.

En ambos casos, la visita precisa de un permiso expreso por parte de las autoridades locales (que, por lo demás, se tramita en el momento sin demasiadas dificultades), así como la contratación de una pequeña escolta militar, de un mínimo de dos soldados, para evitar conflictos con la población local y esquivar el riesgo de asaltos, poco frecuentes pero ciertamente posibles. Por supuesto, para moverse por estas zonas salvajes y casi inexploradas, resulta imprescindible alquilar un todoterreno y contratar los servicios de un conductor/guía que conozca bien la zona y los accidentes del terreno, que se convierten en dos vehículos si optamos por el viaje largo de varios días, pues es preciso llevar personal auxiliar para encargarse de la intendencia, los tanques de gasolina, el agua, los alimentos y el equipo de acampada. No olvidemos que, en la zona del desierto, no es posible adquirir comida o bebida de ningún tipo.

Nuestros dos vehículos, con todo lo necesario para 4 días de travesía.

Nuestros dos vehículos, con todo lo necesario para 4 días de travesía.

Desde Vertierra os recomendamos que, si no tenéis demasiada experiencia, optéis por la visita corta integrada dentro de un circuito más amplio por el país.   

Los Afar

El desierto es la tierra del pueblo Afar, una tribu de costumbres nómadas que lleva un buen puñado de siglos en la zona. Sus asentamientos o aldeas son de una gran pobreza y ascetismo, incluso en el duro contexto etíope, y sus habitantes se dedican al pastoreo de cabras y camellos o a la explotación de los yacimientos de sal del desierto. No es difícilOtros recursos como el potasio, el gran tesoro de esta zona desértica,  queda fuera de las manos de los Afar, al estar controlada su explotación por grandes corporaciones mineras multinacionales.

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Miembro del pueblo Afar.

Al contrario de lo que ocurre con la mayoría de pueblos o tribus de otras zonas del país, no es el Afar un pueblo especialmente cordial o afable con los visitantes. Orgullosos y huraños, los Afar no gustan de ser fotografiados o visitados por extranjeros, y han rechazado la ayuda de los distintos gobiernos etíopes, prefiriendo mantener sus costumbres y seguir habitando una zona exenta de todo tipo de servicios, incluida el agua potable. Mayoritariamente musulmanes, practican en realidad una especie de sincretismo particular, pues también rinden culto a sus antepasados y mantienen una organización social de pasado milenario, muy estricta y donde el varón es el centro de la vida familiar y social.

Todo ello hace que las visitas a los Afar sean necesariamente cortas, y que cualquiera que se decida a atravesar sus tierras deba atender con cuidado las instrucciones del guía que les acompañe, para no ofender a los Afar y evitar ser expulsados de su territorio.

Los colores del desierto y la caldera de lava del Erta Ale

Todo el desierto de Danakil está salpicado de ardientes zonas de colores de una gama cromática casi infinita, provocada por la presencia de azufre y otros minerales volcánicos. De hecho, las alucinantes formaciones de sal, sulfuro y azufre escupidas por la tierra forman un cuadro que nos traslada casi a paisajes de otros mundos, con lagos de agua de color verde intenso, campos de sal de cegadora blancura, elevaciones del terreno negras como el azabache, amarillos manantiales de azufre caliente, geíseres, fumarolas, impactantes torres de sal…

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Tenemos la sensación de que el tiempo se detiene en este paraje inhóspito y, aunque estamos decididos a acercarnos todo lo posible al volcán Erta Ale, verdadero objetivo de nuestra incursión, cada hora que pasa aumenta nuestra percepción del riesgo: a tener un accidente, a una avería mecánica, a encontrarnos con visitantes indeseados, a caer en algún pequeño lago de agua sulfurosa a cientos de kilómetros del dispensario médico más cercano.

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Aun así, continuamos, y logramos acceder por fin a los pies del Erta Ale, 40 kilómetros de diámetro para una altura de apenas 616 metros que ocultan el único volcán terrestre situado bajo el nivel del mar y el único lago de lava permanente del mundo. Estamos a punto de tener la experiencia más extraordinaria de nuestro viaje por Etiopía, y quizá también de toda nuestra vidas.

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Lugar mágico y de una potencia visual extraordinaria, la población local se mantiene desde antiguo alejada del Erta Ale, considerado la morada de espíritus malignos, algo que no extraña a quien se atreve a asomarse al lago hirviente de su caldera principal, una experiencia extrema y fascinante que produce la sensación de estar acercándose a un territorio realmente infernal. Al acercarse a su punto más alto, se divisa claramente un gigantesco y parpadeante resplandor rojizo que en seguida se convierte una luz intensa proveniente de lo que parece un negrísimo agujero humeante. Aunque no siempre es posible acercarse hasta contemplar directamente la lava burbujeante, el guía nos dice que hoy es un buen día, y decidimos arriesgarnos sin perder la prudencia y amarrados unos a otros con una cuerda elástica para prevenir caídas o posibles accidentes.

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Aproximación a la caldera del Erta Ale.

El acercamiento no es fácil, y la sensación de peligro inminente se ve acentuada por las constantes advertencias en inglés de nuestro guía. Sabemos que esto no es ninguna broma: pisamos un suelo altamente quebradizo, lava reciente apenas endurecida que cruje a nuestro paso y que poco a poco incrementa nuestro ritmo cardíaco, conscientes del riesgo al que nos enfrentamos con sólo adelantar unos centímetros nuestras botas de montaña. Poco a poco, la luz se va haciendo más intensa, y descubrimos asombrados que los volcanes hablan con un rumor similar al del mar embravecido a medida que la temperatura aumenta por momentos.

Y por fin llegamos, y alargamos el cuello para ver el más fascinante espectáculo que jamás hayamos contemplado: un auténtico lago de lava viviente, o esa es la sensación que tenemos al observar cómo la lava se mueve levemente de lado a lado, formando pequeñas olas que golpean contra los costados de la caldera y elevando la costra o membrana negruzca que resiste precariamente sus embates justo en el centro de la caldera.

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Caldera del Erta Ale, visiblemente activa.

En silencio, paralizados por la belleza del infernal paisaje, los minutos transcurren sin que nadie abra la boca, hasta que una lengua de lava nos devuelve a la realidad elevándose desde el foso hacia arriba una decena de metros: “es hora de volver”, nos dice nuestro guía, momento en el que somos plenamente conscientes de que mantenernos más tiempo sobre el volcán significa jugarse la vida y abandonamos con cuidado la atrayente visión de las puertas del infierno.

 

 

2 Responses to Viajar a Etiopía: visitamos el desierto de Danakil, un paraíso volcánico
  1. imma Responder

    ¿se puede alquilar coche y chofer en mekele para ir a danakil y después al resto de sitios.

    • ruben Responder

      Gracias por su pregunta. Sí se puede, pero le recomendamos que contrate en guía cualificado y seguridad, pues no es una zona exactamente segura. Un saludo.

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