Viajar a la India: Amristar o El Estanque del Néctar de la Inmortalidad

¿Sabías que el Taj Majal no es el monumento más famosos de la India? A pesar de su fama, el templo de Agra ocupa el segundo lugar entre los santuarios más visitados. El primer puesto le pertenece por derecho a una de las más asombrosas (y opulentas) construcciones erigidas por el hombre en toda su historia: el fastuosos Harmandir Sahib o Templo Dorado, el lugar más sagrado de la religión Sij. Así que ya sabes: si vas a viajar a la India, no puedes dejar de visitar el centro espiritual de la amable comunidad Sij.

Templos, santuarios, lugares de rezo y centros espirituales de los mil y un cultos hindúes… son algunos de los placeres y sorpresas de viajar a la India, un destino envolvente al que todo viajero debe mirar alguna vez. De todos ellos, hay un lugar que brilla por su propia magnificencia: Harmandid Sahid o el Templo Dorado, una de las maravillas de la India y el centro espiritual de la comunidad Sij.

Casi rozando la frontera con el vecino Pakistán, en el estado indio de Punjab, se encuentra la vieja ciudad de Amritsar, no demasiado grande para los estándares de la India (alrededor de un millón y medio de habitantes), pero de capital importancia para uno de los grupos religiosos del país: los Sijs, los seguidores de la religión creada por el Gurú Nanak allá por el siglo XV con el noble deseo de unir en un solo credo lo mejor de todas las religiones. Y es aquí, en Amristar, donde se localiza el centro espiritual de los Sijs, el conocido como Templo Dorado, centro neurálgico de esta comunidad de fieles y también de la ciudad, que ha crecido alrededor de este asombroso templo o santuario al que acuden más de 100.000 visitantes todas las semanas. El nombre de la ciudad, que significa “El estanque del néctar de la inmortalidad”, refleja con exactitud las sensaciones que se experimentan  ante la majestuosidad de uno de los lugares más hermosos de la Tierra, pues a nadie que haya oído hablar de él, o que haya tenido el privilegio de visitarlo, puede sorprenderle ese nombre atrayente, de aromas legendarios, que responde a la perfección a la contundente estampa del Harmandid Sahid.

No es difícil orientarse dentro de la maraña de calles, personas y vehículos que, como en cualquier ciudad de la India, define la vida de los núcleos urbanos del país. Ni siquiera hará falta preguntar a nadie sobre el camino a seguir para encontrar el templo. Bastará con seguir las olas de peregrinos y visitantes que se dirigen decididos hacia él para, al cabo de un rato, encontrarse de frente con la imagen irreal, casi onírica, del Templo Dorado flotando sobre las aguas del lago. Tampoco encontrará el viajero impedimento alguno para entrar en el complejo suntuario, pues es sabido que los Sijs son gente hospitalaria y solidaria, y cualquiera, sin importar su origen o condición, puede acceder a sus lugares sagrados con el solo requisito de descalzarse y cubrirse la cabeza, las piernas y los hombros. Una vez dentro, es imposible encontrar palabras que reflejen la fascinación que ejerce el lugar sobre sus  visitantes.

Es curioso como el oro puede adquirir, acompañado del mármol, una blancura cegadora, y esa es la sensación exacta que se tiene al contemplar, desde dentro de sus muros, el resplandor del templo sobre el agua de la piscina sagrada, lugar donde los fieles realizan sus abluciones rituales y rodeado de un gran patio flanqueado por hermosas galerías donde los peregrinos (y el resto de visitantes) pueden refugiarse del implacable sol o de la lluvia mientras contemplan el abrumador paisaje que se abre ante sus ojos. La música, aderezo imprescindible en cualquier lugar sagrado del sijismo, acompañará al visitante durante toda la estancia, que podrá hacer a cualquier hora del día, pues el Templo Dorado se enorgullece de estar abierto las 24 horas del día, todos y cada uno de los días del año, atendido por voluntarios que se encargan de mantenerlo en perfecto estado, limpio y reluciente para el deleite de nuestros ojos.

Templo Dorado de día

Pocos lugares hay en la India que reflejen con mayor magnificencia la variedad étnica, cultural, religiosa y vital de sus habitantes como este Templo Dorado de Amristar. Esta multiculturalidad, uno de los encantos buscados por todos al decidirse a viajar a la India, está presente en el complejo del tempo, donde fieles y viajeros se confunden con cuentacuentos y músicos que honran el lugar mediante cánticos e historias relatadas, haciendo de este lugar un espacio de encuentro cuya tranquilidad inspiradora contrasta con el normal bullicio de todos los lugares de la India.

No hay que dejar de visitar el comedor del Templo, donde, a cualquier hora del día (en el almuerzo, pero también en el desayuno o la cena) centenares de personas disfrutan de los sabores y olores de la comida hindú, que se sirve gratuitamente a todo el que se acerque, con la única condición (indispensable requisito) de no dejar nada en el plato. Y bienvenidos son, asimismo, aquellos que quieran colaborar en su elaboración, o ayudar sirviendo los cuencos de los peregrinos. La hospitalidad y el carácter solidario, señas de identidad de los Sijs, se muestran aquí en todo su esplendor, como ocurre también en toda la ciudad. Si el viajero no sabe dónde descansar, podrá dirigirse a las numerosas hospederías para peregrinos, sonde se le ofrecerá cama en dormitorios colectivos y el placer de una ducha caliente a cambio, únicamente, de su voluntad. Pues es así como los Sijs reciben a quien quiera acercarse a conocerlos: con amabilidad, con empatía, con espíritu de encuentro y entendimiento; y, por supuesto, con una sonrisa.

Para viajar a Amristar y visitar el Templo Dorado, haz clic en el siguiente enlace.

Deja un comentario

Your email address will not be published. Please enter your name, email and a comment.