Viajar a Etiopía: todos los secretos de un destino por descubrir (II)

Continuamos nuestro relato de las maravillas escondidas en la antigua Abisinia, dedicándole un post al conocido como “Camelot africano”, la ciudad de Gondar, un impresionante enclave de palacios, puentes y castillos que no puedes dejar de visitar al viajar a Etiopía, y que nada tiene que envidiar al mítico reino artúrico.

No es habitual que África esconda un complejo de castillos de estas características, pues sus pueblos han sido fundamentalmente nómadas a lo largo de toda su historia, y los antiguos vestigios de civilizaciones perdidas son poco menos que ruinas casi indistinguibles. Sin embargo, hay un lugar donde castillos, palacios y baños se conservan (casi) en todo su esplendor, una auténtica ciudad o complejo real extraordinariamente conservado y que inspiró al mismísimo Tolkien, quien inventó Gondor, “la ciudad de piedra” en idioma élfico, para su conocida saga de El Señor de los anillos, basándose en el nombre y características de la Gondar original.

Y es que Gondar, “el camelot africano”, es un de veras un lugar mágico y detenido en el tiempo, una ciudadela de castillos y minaretes que fue la capital del imperio etíope y que constituye una extraña rareza dentro de la arquitectura africana, al mezclar influencias portuguesas del barroco europeo con la cocción de cal propia de la arquitectura india.

Los castillos de Gondar

El castillo de Fasílides

El castillo de Fasílides

Declarado Patrimonio de la Humanidad en 1979, el complejo de Gondar, conocido más propiamente como ciudadela de Fasil Ghebi, está formado por nada menos que seis castillos a los que se suman túneles, pasillos, cuadras y otras construcciones auxiliares que datan del s. XVII, todos ellos situados dentro de un área amurallada de más 70.000 m2. El responsable de tan majestuoso alarde de poder y técnica no fue otro sino el emperador Fassilides, quien fundó la ciudad de Gondar allá por el año 1636 y ordenó construir el primer palacio y un total de siete iglesias, así como muchas de las construcciones públicas de la zona y de toda Etiopía. Se dice que la ciudad llegó a tener más de 60.000 habitantes, siendo la segunda ciudad más poblada del mundo en el s. XVII.

El recinto de Fasil Ghebi está cobijado detrás de los imponentes muros de la muralla, una construcción de casi un kilómetro de longitud con 12 puertas y dos puentes, detrás de los cuales encontramos los castillos de los emperadores Fasilides e Iyasu, los edificios de la cancillería  y biblioteca reales, tres iglesias y un salón de banquetes. Pero el complejo se extiende también más allá de sus murallas, donde el visitante encontrará los baños turcos, una imponente abadía, el complejo de Qusquam (erigido en honor de la emperatriz Mentuab) en un estilo muy parecido al del renacimiento europeo y otra serie de construcciones militares, religiosas y civiles.

La iglesia de Debre Birhan Selassie

Querubines de la Iglesia de Debre Birhan Selassie (Fotografía por cortesía de Justin Clements)

Querubines de la Iglesia de Debre Birhan Selassie
(Fotografía por cortesía de Justin Clements)

Mención aparte merece la iglesia de Debre Birhan Selassie, también del s. del siglo XVII, y la única que ha sobrevivido intacta a los ataques de derviches, italianos y británicos. En realidad, no es el edificio lo que vienen a admirar los visitantes, sino las magníficas pinturas de su interior, y en especial las que adornan el techo de la iglesia: 80 caras de querubines que miran hacia el sorprendido visitante y que constituyen una de las imágenes más conocidas y difundidas de Etiopía, omnipresente en las postales del país y un imprescindible de cualquiera que decida viajar a Etiopía, el país de los 1.000 misterios.

 

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