Sin duda, no hay ningún otro lugar en Vietnam que provoque el entusiasmo de esta bahía literalmente celestial, pues fue, según cuentan, un regalo cuasidivino en un tiempo de leyenda y mitología. Y la verdad (todo sea dicho) es que ya era hora de que le dedicásemos un merecido espacio en este blog a la Bahía de Ha-long, un lugar ineludible en cualquier viaje a Vietnam.
Primero, los datos
Si nos ceñimos únicamente a los fríos hechos geológicos, podríamos decir que la bahía de Ha-long está formada por varios miles de islotes de roca kárstica (las cifras son aquí confusas, pues varían entre 2.000 o 3.000 islas, e incluso hay quien habla de exactamente 1969 islotes, cantidad coincidente con el año de fallecimiento de Ho Chi Ming) distribuidos caprichosamente a lo largo de sus 120 kilómetros de costa, lo que implica la nada desdeñable extensión de más de 15.000 metros cuadrados. Diríamos también que la bahía se formó en realidad por la acción, continuada durante milenios, de una serie de fenómenos que le han conferido ese aspecto casi onírico que sólo tienen los lugares de auténtica belleza: compactación de sedimentos por presión, movimientos tectónicos, erosión, resquebrajamientos… En fin, hechos.
Pero no todo son hechos en la historia de los lugares. Nos resistimos a entregarles un frio informe burocrático sobre un lugar cuya sola contemplación hace volar la imaginación y el espíritu del más cínico de los viajeros hacia parajes más elevados, tal es la conmoción estética que provoca en el visitante la atmósfera de este paraje inigualable. Los datos no pueden explicar la magnificencia de las incontables formaciones de roca caliza que emergen del agua como enormes dientes creando un dédalo de canales y ensenadas de aguas de color cambiante (desde el verde turquesa al azul oscuro) por efecto del reflejo de la luz en los sedimentos del fondo de la bahía. Preferimos por ello el cuento o relato que, todavía hoy, narran los habitantes de la bahía: la leyenda de los dragones celestiales. Porque hay escenarios que merecen un relato que esté a la altura, y tal es el caso de la bahía de Ha-long.
El origen de Ha-long Bay o el regalo de los dragones celestiales
Cuenta la leyenda que, en tiempos remotos, los habitantes de la zona luchaban por su supervivencia contra los saqueos e incursiones de invasores chinos venidos de más allá del mar. El Emperador de Jade, dios supremo del taoísmo, compadecido por el sufrimiento de los defensores, envió en su ayuda a una familia de dragones celestiales que lanzaron perlas y jade a los invasores para hundir sus embarcaciones. Jade y perlas se convirtieron mágicamente en islas e islotes, uniéndose para formar una gran muralla frente al invasor. Una vez lograda la victoria, los dragones contemplaron la belleza del lugar, decidiendo quedarse para siempre en aquella bahía, que recibe su nombre vietnamita, V?nh H? Long o “bahía del Dragón que desciende”, de aquel acontecimiento glorioso.
Hay, como siempre ocurre, otras versiones de la leyenda, también hermosas y quizá más exactas con la etimología: en estos relatos, la bahía surgiría del golpe de uno de los dragones en su caída sobre las embarcaciones asaltantes. Cuentan que, al lanzarse sobre ellos, mientras el dragón agitaba su gigantesca cola de escamas celestes, ésta golpeó la tierra ocasionando profundas grietas y valles que fueron inundadas por el mar.
De cuevas, grutas y lagos escondidos
Hay entre las perlas y jades de la bahía una infinidad de cuevas formadas por el juego de los islotes con la fuerza erosiva del viento y el agua de la zona; cuevas, por supuesto, con nombres de raigambre mitológica o legendaria: Hang Sung Sot o “cueva del Aturdimiento”, llamada así por la curiosa forma fálica de una de sus rocas más caprichosas, que hizo que los franceses la denominasen “Isle de la Surprise”; o Dong Tam Cung, la “cueva de los tres Palacios”; y también Hang Thieng Cung, la “gruta del Palacio Celestial” y Hang Dau Gom la “cueva de la Madera Escondida”, la más grande de todas las que forman la bahía.
Muchas son visitables, aunque no todas, y en otras tantas el visitante se asombrará con la inesperada presencia de lagos dentro de las formaciones de roca, formados en las enormes cavidades formadas por la erosión de las rocas kársticas, como en la isla Dau Be, magnífico lugar donde además hay arena y playas en medio de las piedras celestiales, y que cuenta con la asombrosa cantidad de seis lagos encerrados.
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